Kaleidoscope sufre de una especie de crisis de identidad: el álbum divide las tareas de arreglo entre James Mack (que contribuye con un respaldo sinfónico exuberante) y Phil Wright (que favorece un enfoque sencillo y conmovedor) y aunque sus sensibilidades contrastantes garantizan que nunca se cohesiona como una experiencia auditiva completa, cuenta con varios destellos de brillantez que superan sus fallas. El material no se apoya tanto en éxitos pop contemporáneos como en otros esfuerzos de Nancy Wilson de principios de los 70, aunque su conmovedora interpretación de Bill Withers «Ain’t No Sunshine» es el cenit del álbum. (AllMusic)
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