Un pop que elude las estructuras de la canción convencional y evita las guitarras. Su protagonismo es sustituido por el imponente sonido de sintetizadores Moog intervenidos por pedales de efectos. Rítmica oscura de bajo y batería, y el extraño contrapunto de la viola. Al tiempo, Numan canta con la mayor neutralidad posible reflexiones futuristas sobre la confusión de identidad entre hombre y máquina. Y crea un nuevo fetichismo gélido, que en temas como “Cars”, entronca con J. G. Ballard.
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