MI PRIMER DISCO
Las cosas que se hacen por primera vez tienen un encanto que las distingue de cuando se repiten. Nadie olvida el primer beso, la primera vez que se conoció el mar o la montaña, la primera casa o el primer auto. La primera vez de ciertas acciones significa acceder a la experiencia de ser uno mismo pero nuevo. Hay algo nuevo que pasa a formar parte de las experiencias que lo constituyen.
Mi primera vez comprando un disco
Nunca voy a olvidar la vez que me dije que ya era suficientemente mayorcito como para ir a comprar mi primer disco de vinilo. Desde unos días antes sabía que lo compraría. Había juntado algún dinero y podía ir a la disquería con la certeza de quien tiene poder para elegir. Era una disquería de barrio, en Santa Fe Capital donde nací y viví hasta terminar el colegio secundario. Tenía doce años y mi madre y mi padre, que no llegaban ni a la clase media, me habían comprado un equipo de música. Ya tenía algunos discos que me habían regalado ellos al ver mi afición por la música que se escuchaba por las radios de entonces.
Elvis is back
Ya tenía predilección por el rock de los sesenta, me venía desde antes de nacer. Mi madre me puso el nombre que tengo porque era lo más cercano al de Elvis Presley que la legislación de entonces permitía. Quizás por falta de escuela primaria no sabía que Elbio se escribía, por lo general, con V y no con B. Yo no había disfrutado de Elvis pero a ella la fascinaba. Nací el año en que nacieron los Beatles y me acunó la música de Sandro entre otros cantantes populares del rock de esa época.
Sabía que el disco a comprar tenía la importancia de ser el primero que sentiría como mío. No lo pensé exactamente así pero lo sentí. No había articulación en palabras que alcanzara fidelidad a la emoción del momento. Como toda celebración íntima, intransferible a nadie más, tuvo su preparación a conciencia. Era un lunes de algún mes de 1974. Me acuerdo que era lunes porque lo planifiqué todo el fin de semana. A las once de la mañana entré a la disquería, no sé si el vendedor se habrá asombrado por este cliente apenas salido de la infancia, no lo recuerdo. Pero sí recuerdo que lo elegí sin premeditar. No sabía qué disco iba a comprar pero sí sabía que me iba a dar cuenta cuando lo viera. Y así fue.
Un puente de cartulina
Luego de recorrer un poco de bateas, de ver discos que desconocía, de volver a ver otros que estaba seguro que no estaban a la altura del acontecimiento, lo vi. No lo había visto nunca antes. Sabía quién era el músico, Paul McCartney, difícil no saber quién era. Pero desconocía lo que había hecho después de que se disolvieran los Beatles. Era “Banda en fuga” de Wings. La tapa me lo dijo todo. Nunca averigüé la historia de esa tapa. Uno de estos días me pondré a investigarlo. Había actores ahí que yo conocía, junto a músicos en actitud de ladrones que han sido descubiertos in fraganti. Me cerraba por todas partes, yo no tenía idea de todo el trabajo que implicaba por entonces una producción musical como esa. Ignoraba por completo el concepto de álbum, de tapa, de sobre interno, de ensayo fotográfico, y de todo lo que un lanzamiento a nivel mundial como el de este disco significaba para la humanidad. Sólo tenía noción de lo importante que este disco era en mi vida y esperaba que el precio no me frustrara cumplir mi sueño.
Me alcanzó. Recuerdo que me costó 79 pesos con 49 centavos porque así lo indicaba el sello que por entonces traían los discos. Quizás no era mucho, pero para mí disponer de ese dinero me hacía sentir valioso como esta obra de arte lo era para la historia de la música. Saber que ahora una copia pasaba a ser mía, que por unas monedas yo podía conectarme con una celebridad que apreciaba, era comprender que con un cuadrado de cartulina que envuelve un círculo de plástico negro es perfectamente posible tender un puente entre, por ejemplo, Londres y Santa Fe.
Si hay recuerdos imborrables, uno es el primer disco de vinilo. ¿Cuál fue el tuyo?