AL VINILO LE IMPORTA LA CALIDAD
Ante la situación actual de esta segunda gran ola del vinilo puesto de moda, aparecen notas en distintos medios de comunicación, repitiendo más o menos los mismos tópicos. Desde la cuestión de los números que dan al vinilo por encima de la venta del CD, hasta la cantidad copias vendidas por algún grupo cuarenta años después de la primera edición. Los números, las ventas, las cantidades, asuntos que le importan mucho a los medios de comunicación, están lejos de servir para relatar algo parecido a algo de interés respecto de un formato, el vinilo, que tiene mucho más que ver con todo lo relacionado a la calidad artística. Se repiten cifras como si eso fuera algo que indique asuntos de interés. Eso es alejarse del arte y la emoción que representa el vínculo con el soporte de vinilo.
Quienes han sido consumidores de discos en las décadas de la segunda mitad del siglo veinte, lo han hecho como algo que estaba al alcance y en el uso posible de los que por entonces debían recurrir a algún tocadiscos más allá de la radio o la televisión, para disfrutar de un poco de música. Luego, las tecnologías hicieron su aparición de novedad constante que más fue para el mantenimiento de un mercado económico de subsistencia para varios sectores que dependían de la renovación constante para alimentar un circuito de circulación de dinero que no tenía mayores intenciones que las de afianzar lo que la obsolescencia programada había determinado años antes. Fue un momento de renovación tecnológica que hoy se continúa con una forzada renovación cibernética. Nuevos modelos de teléfonos celulares hacen posible la actividad dinámica de la economía a nivel mundial.
La diferencia con esta carrera es la misma que había en la carrera de Aquiles y la tortuga. Se sabe que la tortuga ganará la carrera, quienes se apuren a seguir la modas pasajeras para estar primeros en la fila de los consumidores de lo nuevo, serán quienes queden en el camino mientras la tortuga del vinilo y otras tecnologías de experiencia física como el libro o la película en el cine, seguirá su vida con la tranquilidad y sabiduría que exhiben, por ejemplo, los árboles y las piedras. Lo concreto, lo tangible siempre es un cable a tierra. Hoy más que antes, escuchar un disco de vinilo es una actitud terapéutica, disponer de tiempo para elegir el disco, sacarlo de la funda, ponerlo en la bandeja y dejar girar la música de quince minutos más o menos por lado, es tratarse con mucho respeto por encima de las urgencias que parecen estar todo el tiempo peleándose por llamar nuestra atención. Esa actitud de concentración, de recogimiento, de ausencia de dispersión, es un respeto por uno mismo, es valorarse, es poner al tiempo a nuestra disposición y no al revés. Las urgencias cotidianas quedan a la espera de nuestro momento para atenderlas cuando uno se acostumbra a poner un disco, por ejemplo, al despertarse, antes de comenzar la jornada, mientras preparamos el desayuno, mientras nos disponemos a comenzar otro día sin el apuro ajeno, sólo con la serenidad de quien decide la música que escucha, sin dejar estar responsabilidad en sujetos virtuales que más interés tienen por las cantidades que por las calidades.-