EL FUTURO ESTÁ EN EL PASADO
En el ámbito de la neurología hay documentación científica que habla de los beneficios de tener un cerebro entusiasmado con algunos objetivos abstractos hacia el futuro extenso que permitan realizaciones concretas en un presente cercano. Si uno piensa en sorprender al mundo con las ideas propias, más acá es probable que los proyectos tangibles se vayan dando como cimientos para ese ideal. Mirar más allá de lo que ofrece lo real inmediato es una forma de ir concretando los pasos necesarios de crecimiento de cualquier índole. Tener un objetivo inmediato y concreto tiende a darle a éste más valor del que realmente tiene. Comprar un auto, por decir, no debería llevarse todas nuestras energías mentales, físicas y económicas de modo que todo lo demás quede relegado a un lugar secundario. Al contrario, comprar un auto, por ejemplo, debería ser algo entendido como un paso entre otros en el camino hacia proyectos mucho más elevados.
Actuar en el presente, concentrados en el momento con todo el respeto que cada cosa que hagamos merece, es mejor si se lo hace con el placer del disfrute pero no del sufirmiento, de eso también hablan los estudios científicos. Estar con amigos, tener sexo, ser empáticos, hacer ejercicio, estudiar, trabajar, compartir una buena comida, dar un paseo, disfrutar de cualquier cosa que nos de placer y felicidad, tiene fundamentos científicos. Encarar lo que hagamos con la buena predisposición y generosidad que nos permite el hecho de estar vivo hace más factible que logremos aquello más importante en cada gesto que a cada paso hagamos.
Si todas esas cosas recién mencionadas nos dan placer, coleccionar vinilos (que es de lo que hablamos en esta página) es algo sin mucha discusión. Además del disfrute por el arte, tiene que ver con la posibilidad de frenar un poco el tiempo en el cual estamos metidos con muchas actividades. La tecnología en sentido amplio, al darnos acceso a un montón de gestores de información, hace que estemos requeridos todo el tiempo por distintos aparatos y canales que nos llaman la atención, nos interrumpen y nos ponen en un estado permanente de alerta y de estrés, trayéndonos energías que no armonizan las más de las veces con nuestro momento presente y ámbito cercano. La música entendida como un adorno al pasar en cualquier lugar por donde circulemos, o puesta allí por decisiones ajenas de una radio o de cualquier soporte de internet como acompañamiento más o menos cercano a nuestro gusto, pone al arte en un lugar fantasma, en un nivel accesorio o meramente utilitario y repetitivo.
El vinilo es terapéutico por todo el universo que involucra; desde la recuperación de un material o el registro presente actual de nuevos temas musicales, pasando por el encuentro social que implican las compras, las ventas y los intercambios, llegando al momento de poner el disco a girar. Hoy que desde hace varios años están de moda cuestiones como la meditación, para lo cual necesitamos apagar el teléfono celular y concentrarnos, la necesidad de apagar el wi-fi para no tener durante el momento del sueño interferencias de energías que perutrben, la ceremonia de poner un disco implica la necesidad de realizar actividades de búsqueda, selección, elección, disposición, coordinación física de las manos (que mucha conexión tienen con un buen funcionamiento del cerebro) el uso del dedo pulgar opositor y el índice para colocar, en el caso manual, la púa sobre el disco, el momento de estar dedicado plenamente a respetar la decisión de haber dispuesto del tiempo necesario para disfrutar de la música durante los 13 ó 15 minutos que dure cada uno de los lados, todo eso hace a una actitud terapéutica. Hoy que estamos atravesados por un montón de interrupciones, el disco puesto en vinilo pide la necesidad de prestar atención, llama a la concentración (tiene hasta un tiempo cercano al tiempo de la meditación), enseña respeto a uno mismo y propone un espacio ganado para nuestra propia salud.
Como decía al inicio: hay algo que en este momento presente está más allá de mi alcance. Es mi salud emocional mental y física. Es claro el placer que me da en este momento estar escuchando un disco mientras escribo esto; el objetivo es disfrutar el presente para esparar ese más allá futuro. Y para llegar a un futuro más allá del presente, apelar a aquello que para el común de los mortales representa el pasado, es un recurso lógico y válido. Hace 40 años poner un disco era algo, llamémoslo, «normal», algo común y corriente, hoy ante el bombardeo de información de todo tipo, poner un disco, de hoy o de ayer, es terapéutico.-