EL «DÓLAR VINILO»
Ya que en Argentina tenemos distintos criterios para cotizar la moneda norteamericana, se puede pensar al vinilo como una moneda vigente y valente, que cotiza en el mercado de cambios. Se puede hablar de un «dólar vinilo». Mejor no hablar de ciertas cosas, diría Luca Prodan; cuando de dinero se trata se desvía el discurso hacia la cuestión de precios. Y hablar de precios es una cortina para no hablar sinceramente sobre el dinero.
En mi caso personal, cuando empecé a meterme en este negocio de los discos pretendí, en un arrojo patriótico (consideraba la compra y venta de dólares como una traición a la patria), evitar la compra de divisa norteamericana e invertir mi dinero en vinilos. Me había dado cuenta de que los discos que yo había comprado a un determinado precio podían ofrecer ganancias varias veces superiores al 100% de lo que había pagado por cada disco. Y eso sigue siendo así. Más allá de comprarlos de a uno, dos, tres o en lote, los discos ofrecen rentabilidad que depende del conocimiento en la materia y de la capacidad de negociación de cada comprador que compra para revender.
Más o menos cuando el dólar estaba a $20 podía comprar un disco a $200, y observé que mientras el dólar había aumentado en varios meses hasta llegar a los 30 pesos, el disco que había comprado a $200 ya podía estar pretendiendo cobrarlo entre $600 y $800. La carrera entre ambos tiene distintos momentos pero el dólar depende de vaivenes políticos mientras que el vinilo tiene a su favor el sabio paso del tiempo. Más allá de números, lo que quiero señalar es que opté por comprar vinilos en vez de dólares por varias razones, principalmente porque los discos me dan música mientras que los billetes se pueden ver y olfatear pero no se pueden escuchar. Detalle nada menor.
Sabido es que los discos tienen distintas valoraciones de acuerdo a si el músico es más buscado que otros, al estado del disco, de la tapa, de la cantidad de copias que pueden conseguirse y del interés que en general puede llegar a despertar tal artista sobre muchos otros. Hay pocos discos que valen fortunas y muchos que no valen nada. Y hay una gran cantidad de discos que valen precios relativamente similares.
Lo relativo del precio hace que el disco tenga una inestabilidad en su apreciación que termina siendo una conformidad subjetiva del comprador y del vendedor. Supongo que en varios otros rubros pasa algo similar. En ese sentido, el vinilo pensado como una moneda, tiene varias cotizaciones posibles, así como pasa con el dólar de acuerdo al mercado del que estemos hablando. No es lo mismo el precio de un disco a través de una página web como vinilosargentinos.com, que ese mismo disco vendido por un grupo de Facebook, o en un local o en una feria. Más que responder a la libertad de mercado, el precio del disco responde al criterio del comprador, que permite hacer circular las obras a mayor o menor velocidad de acuerdo al deseo que se tenga que poseer cada pieza. Por eso digo que el precio oculta la real discusión.
El tiempo también hace su tarea y, más allá de nuestra hiperinflación, los discos tienen su propia velocidad de evolución en los valores porque son bienes cada vez más escasos para un mercado creciente, lo cual hace que un disco pueda aumentar 10 veces más que lo que aumenta un dólar en ese mismo periodo (10 veces por decir, en algunos casos puede ser hasta 100 veces, en otros casos cinco veces y así), pero lo que quiero señalar es que el dólar vinilo, o el vinilo simplemente, tiene una permanente tendencia a la suba acelerada, con lo cual creo que difícilmente la compra de un disco de vinilo no represente una opción de ahorro o resulte una inversión pasiva. Entiendo que, más allá de lo que uno suponga sobre cuánto durará el periodo rentable de este negocio, la inversión en vinilos siempre será activa porque el tiempo seguirá pasando y los vinilos ya han demostrado que por más cantidad de años que pasen, nunca pierden, si han sido bien cuidados, su capacidad de sorprendernos con el sonido que entregan.
Por eso creo que no se trata de especulación financiera como pasa con el dólar, sino de disfrute de un disco mientras no se vende porque ese hecho mismo (la demora en ser pasado de mano en mano) hace que el precio, sea cual sea, siga subiendo. En el fondo estoy hablando de algo mucho más importante que el dinero, los discos o los precios, estoy hablando de tiempo. Se trata de coleccionismo dinámico, de buscar, de escuchar, de disfrutar, de saber comprar, canjear y vender. Para eso hace falta tiempo más que cualquier otra cosa.
Haber invertido desde hace seis o siete años en discos de vinilo, hoy me permite contar con esta moneda (que hasta forma de moneda tiene) física, concreta, contante y, sobre todo, sonante. Los discos tienden a aumentar mucho más que el dólar. Cuanto más tiempo pase (y ojalá que el dólar deje de aumentar) los discos seguirán siendo cada vez más valiosos porque han sido producto de muchas manos que han permitido que llegue hasta la bandeja del comprador. Porque eso también es lo que cuenta, el precio de un disco no depende del objeto y de los requisitos que he mencionado más arriba sino que obedece sobre todo a la lógica de valorar el trabajo de quién fue, eligió y compró, para ahora ofrecer a su vez ese trabajo de curaduría de materiales a sus propios clientes.
Así como hay una lógica de inversión inmobiliaria en la compra de terrenos y casas, también en menor cantidad o volumen de dinero, hay una lógica de inversión vinilera. Por lo cual, creo oportuno señalar la existencia de un «dólar vinilo», lo veo mucho más rentable que un ahorro en dólares (siempre y cuando se tenga la infraestructura para sostenerlo). Prefiero tener discos a tener dólares. Para mí y para muchos, la música está a años luz por encima del valor que se le quiera otorgar al dinero. Cualquier coleccionista sabe que el amor por la música es mucho más fuerte.-